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sábado, 21 de enero de 2017

Devocional del 22 de enero de 2017.

REJAS VISIBLES E INVISIBLES
HECHOS 16:23-26 “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad,. El cual recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo. Pero a media noche orando Pablo y Silas cantaban himnos a Dios y los presos lo oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían y al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.”
Siguiendo con la lectura podemos ver que lo acontece es el milagro de los que en medio de las pruebas y los azotes de la vida, ven más allá, ven el horizonte pleno de la gracia de Dios, que a pesar de las rejas visibles o invisibles, les posibilitan obtener la libertad.
Hace unos años, tuve la posibilidad de visitar la cárcel de Olmos, para hacer una entrega en manos de los reclusos de donaciones de ropa y abrigos de cama.
Con un grupo de hermanos liderados por el pastor Samuel Desimone , uno de los iniciadores de la obra carcelaria, (quien fuera el primer Capellán reconocido por la autoridad carcelaria de la Nación Argentina) acompañados por autoridades bonaerenses del momento, llegamos al lugar más frío y triste, lógicamente necesario.- Al cerrarse las enormes puertas y oír el ruido metálico de los candados, el frío del alma recorrió mi cuerpo y pude sentir que las marcas del pecado no se van sino con el poder de Dios actuando.
Nos esperaban en el tercer piso.  ¿Quiénes? Cerca de cuatrocientos reclusos, cuyas vidas fueron transformadas en la cárcel por el Señor Jesucristo. Hombres rudos y pecadores, pero ahora con la realidad de sus vidas transformadas fuera de las rejas o dentro en el cielo.
Oírlos cantar “La presencia del Señor, llena este lugar y su dulce voz de amor, puedo escuchar…” nos parecía mas dulce, emocionante que nunca.
¿Cuáles son tus rejas? ¿Visibles o invisibles? Cuáles son las cosas que no te permiten vivir la libertad que solo Dios da?

Y como Pablo y Silas, salir de la prisión y gritar al mundo  ¡“soy libre porque Cristo me hizo libre”!

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